Sexualidades otras

Caemos fácilmente en la trampa de un pensamiento binario en la sexualidad. O sos hetero, homo o bi. Esos modelos encasillan los comportamientos en la vida ordinaria. Todo lo que se salga de estos patrones se vuelve problemático para la vida común. En parte, la fotografía puede ser un detonante para pensarse nuevas maneras de ser y sentir la sexualidad. No debería ser un misterio saber que hay heterosexuales que pueden tener experiencias homosexuales sin que esto sea un acontecimiento que afecte la escencía de su identidad. Así como ser homosexual hombre o mujer no significa tener una expresión del género opuesto. Esas condiciones que rompen la heterosexualidad obligatoria o el sistema sexo género, ponen en cuestión la sexualidad hegemónica, que por lo general afecta a lo femenino, a la mujer, como una muestra del sistema patriarcal y machista.

En este ejercicio de fotografía abordo los cuerpos de hombres, pero que insinúan posturas y lugares que ponen en entredicho las sexualidiades hegemónicas. Uno de los temas que se vuelve reiterado es el de las nalgas y el culo. Uno de los sitios de mayor control social, y donde se pone en juego una cantidad de valores de ser activo o pasivo, de ser dominante o ser dominado, de ser masculino o femenino. Evidentemente al poder jugar con las nalgas grandes, está en juego el énfasis que hay en otros lugares del cuerpo como los brazos grandes o el pecho. Esas nalgas grandes parecieran ser una provocación, un síntoma de feminización que ayuda a crear el argumento metafórico asociado al deseo de ser poseido.

Son muchas las fantasías que se desatan frente a una pareja diversa desde el régimen de la heteronormatividad. Aparecen todos los fantasmas y todo el pánico que generan los grandes paradigmas de una sociedad que no ha podido resolver el tema de la diferencia. Un hombre que está con otro hombre está destinado a ser cuestionado en su status de macho. Se pone en entredicho su lugar de dominación y la sociedad se preguntará si en la cama es penetrado, es decir, si ocupa el papel de la mujer. Si se vestirá repentinamente de mujer, como si el género tuviera que ver irremediablemente con la orientación sexual y dejando en evidencia esa jerarquía que ubica a la mujer y a lo femenino en lo inferior.

Perdida que puede cruzarse con los ejes de interseccionalidad de clase social, raza, creencias religiosas, origen, entre otras. Y así, no será lo mismo ser un homosexual meztizo de clase media, con posibilidades de estudio universitario, a un homosexual negro, de clase baja y que viva en los sectores más populares de la ciudad. Cruces interseccionales que marcarán o reforzarán los estereotipos o los sistemas de exclusión institucionalizados.

Pensarse las otras sexualidades de los cuerpos máculinos, es también enfrentar las cicatrices sociales, que hablen de que hay un peso, hay un pasado que afecta el desarrollo pleno de la corporalidad. Es decir, que los entornos culturales afectan esas categorías que no pasan por la razón y que están presentes en el asco, el deseo, el dolor, el placer, y en general las emociones.

Este proyecto refiere entonces a una sexualidad que habita en los cuerpos de personas indivuduales, y muchas veces solitarias, versus las sexualidades aparentemente hegemónicas, que habitan en los cuerpos imaginados de lo hegemónico. La mirada del «otro», del que juzga desde el miedo y desde patrones morales instalados en las creencias y en los discursos del saber poder (saberes como el médico o el legal), determian en gran medida unos roles de poder que están basados en posturas totalmente injustas.

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