Una invitación a la contemplación de la belleza de la creación, desde la quietud y el silencio, y la ironía de reconocer nuestra ceguera en medio del ruido barroco de nuestro consumo desenfrenado de imágenes explícitas y vacías de sentido. Es un espacio de alquimia sanadora de imágenes restauradoras, sanadoras, que contrastan con las que enferman y acrecientan el vacío en esa separación cartesiana judeocristiana del cuerpo del ser humano con la naturaleza.
En este espacio se evoca lo sagrado. Ese vínculo originario que no debió
romperse. El juego entre lo masculino instalado en lo visible, en lo objetivo,
en lo racional, en la mirada, contrasta con lo femenino presente en lo
invisible, el el olor, en la propia circularidad de la naturaleza hecha planta,
roca, aroma, círculo, en la propia desnudez de los cuerpos. Pero no es una
metáfora que relaciona los polos opuestos masculino-femenino/cultura-naturaleza/cuerpo-alma/campo-ciudad. Es justamente el flujo, los tránsitos, la ruptura de las identidades estáticas y definitivas.
Alude a lo pegajoso, a lo orgánico, a lo móvil.
Una de las metáforas propuestas, es el juego de un vientre que hospeda
criaturas mágicas, que a veces han sido esclavizadas para soportar el consumo desenfrenado, promesa de un capitalismo arrogante que considera a la tierra, a los cuerpos y sus emociones, como mercancía.
Un cuerpo masculino desnudo, ocupa el lugar central del altar. Evoca al ser inspirador de una cultura juvenilizada, que idolatra los cuerpos jóvenes, blancos, y que por oposición desecha «los otros». Es una especie de criatura mágica, cuir, que rompe los binarismos. Interviene el bosque para recordarnos que puedes fluir entre las apariencias, que al final sobran cuando lo que realmente importa es el cuidado de la vida en toda su diversidad
A los lados dos cuerpos se instalan como cuidadoras, como inspiradoras de relatos creados bajo el poder creador de la luz. Un homenaje a la fotografía y a la historia del arte. Imágenes que evocan un San Sebastián y un resucitado.
Una serie de imágenes saturan la pared que se opone al altar. Cuerpos
emocionados que intentan volver al origen, que juegan con esa vulneración que sugiere el cuerpo desnudo de los hombres que en la historia se han ubicado en el lugar del vulnerador. El señalamiento de masculinidades diversas, que juegan con el entorno de la megadiversidad desbordante de nuestro país.
Del cielo(razo) de la sala, cae una luz que proyecta sobre basura una nueva
escenografía. No la del oratorio en forma de cruz con el cuerpo prepotente de
un humano. Surge un sujeto circular que le rinde culto a una roca, la madre, la memoria, la que conoce los secretos del universo, y que no hemos sido capaces de ver. Bajemos la mirada y veamos con humildad, otra forma de ser hombre.
Hoy más que nunca se hace necesario un diálogo con nuestro cuerpo, el cuerpo inmediato que somos, pero también con el cuerpo extendido que también somos. Otra corporalidad, que rompe con las lógicas convencionales de la racionalidad objetiva, para descubrir eso que estándo ahí, no se ve.
Fotos hechas en diferentes sitios del país. Modelos que forman parte del
proyecto Pitch entre el 2018 y 2022
PITCH
Comunicador y maestro en Estudios Culturales. Durante 20 años fue profesional del Centro de Expresión Cultural de la Pontificia Universidad Javeriana donde fue tallerista de fotografía, creador del Colectivo de Fotografía Quiasma, creador del Encuentro Nacional de Fotografía de ASCUN Cultura, comunicador del Centro y programador cultural. Fue director del Centro de Expresión Cultural por 6 años. También fue parte del equipo fundador del periódico El Clavo en 1998. Como fotógrafo ha desarrollado varias exposiciones de fotografía, ha sido conferencista y residente en el Museo Q y Uberbau_House en Sao Paulo Brasil.
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