La residencia
Después del trabajo sostenido de producción de fotografía homoerótica en los últimos 4 años, propuse desarrollar una residencia artística en la casa taller «El Boga» ubicado en el municipio de Mompox, en el departamento de Bolívar. Esta residencia la desarrollé en el mes de agosto de 2022 y conté con un estímulo de Circulación del Ministerio de Cultura de Colombia.
Me propuse explorar elementos de los procesos de masculinización, los rasgos del machismo, y las formas diversas de construir masculinidades desde lugares no hegemónicos. El trabajo lo denominé Hombres.in_visibles, inspirado en la obra de Mark Millington, que evoca un estudio de género visto desde el lugar masculino que ha sido invisibilizado. Es un interés acercarse a la historia de los cuerpos, no a la historia oficial de los hechos heróicos, ni la violencia o los pasados históricos de este bello pueblo caribeño. El reto era reconocer las subjetividades, y la opresión que resulta de una estructura androcentrada, a la luz de las reflexiones del feminismo, los estudios de masculinidad y los estudios visuales. Es otra lectura sobre las violencias, las estructuras familiares, el peso de las arquitecturas, «las relaciones con las madres, los padres, las mujeres, otros hombres, el deseo (homosexual, heterosexual), los cuerpos, la violencia, el falo, la familia, el medio físico, la modernidad, la mordernización, y la tecnología» (mark Millongton. 2007).
Mompox me interesó por sus procesos históricos colonia-independencia-república, pero también por lo significativo del río Magdalena, como el que recibe todos los ríos del área andina del país del cual formo parte. La relación masculinidad-Río, y todo lo simbólico que esto trae, era un espacio ideal para la reflexión estética.





En los recorridos por el país he identificado una importante herencia de valores coloniales que se expresan en prácticas culturales androcentradas, heteropatriarcales y machistas. He reconocido algunos lugares donde se concentran más las tradiciones culturales conservadoras, seguramente influenciada por prácticas de una «religiosidad folclorizada». En gran parte de las zonas rurales de Colombia, ciudades como Cartagena, Popayán, Manizales, o poblaciones pequeñas como Mompox, he percibido un gran prevención para participar del proyecto de fotografía homoerótica que desarrollo, que en cierta medida vulnera algunos lugares instituidos de la masculinidad, al mostrar cuerpos de hombres vulnerables, sensuales, emocionales, frágiles, sensibles. En estos sitios habita una contradicción entre querer participar de la experiencia de fotografía naturista y un temor por las consecuencias que esto trae.
Por lo general los hombres que han participado del proyecto Pitch han sido víctimas de los procesos de masculinización a través de violencias simbólicas, que se expresan de manera silenciosa o de violencias físicas. Es frecuente encontrarse con mucho miedo, segregación, complejos, inseguridades, o de historias de autoexilio por la presión en búsqueda de una mayor libertad y coherencia con su diversidad. Estos rasgos fueron los que fuí encontrando en el proceso de la residencia.

Para desarrollar este gran reto y conociendo lo difícil que es abordar este tema en este contexto, propuse una agenda de actividades que contemplaba:
- Ejercicios de etnografía sobre «la masculinidad»
- Taller de fotografía y de masculinidades
- Reportaje a algunos hombres invisibles del pueblo
- Los cuerpos masculinos y el río
- Homoerotismo de los hombres.in-visibles
Ejercicios de etnografía sobre «la masculinidad»
Durante tres semanas tuve el privilegio de habitar a Mompox. Recorrí sus calles a pié o en bicicleta y con una mochila donde guardaba mi cámara, en una especie de deriva al mejor estilo de los situacionistas franceses de la década de los 60´s . Intenté hacer una cartografía a partir de las observaciones de algunos lugares y prácticas culturas que se expresan en la vida cotidiana, lo que permitió reconocer algunos imaginarios seguramente heredados de tiempos remotos sobre la forma como los cuerpos se habitan desde los comportamientos que se exigen según el sistema sexo-género, que el feminismo ha explorado teóricamente en múltiples publicaciones.
En el caso de los hombres se les exige desde muy temprana edad valores y conductas asociados con la masculinidad hegemónica, como la autoridad, la heterosexualidad, la fuerza, la actitud competitiva, la racionalidad, la dominación, y especialmente alejarse de los valores femeninos.
En las tres semanas me llamaron la atención ciertas «marcas de masculinidad hegemónica». Destaco los rituales y los procesos de formación que se dan alrededor del fútbol, como deporte como casi exclusivo de hombres; los nombres de ciertos negocios; el presentarse ante la sociedad una heterosexualidad que se sella teniendo hijos a muy temprana edad, o teniendo «muchas novias»; el uso del lenguaje que alude a términos soeces, algunos asociados con la homofobia como referirse de forma reiterada «marica» «perra» a sus amigos; ciertos oficios con predominio masculino (El músico, el mototaxista, el Boga, el canoero, el pescador, el arenero); las mesas de juego en las calurosas tardes, el parqués, el dominó; los mitos y las leyendas.


De los temas que más me llamó la atención fué la música popular que consumen los jóvenes. Uno de los reguetones más frecuentes dice «y tití me preguntó si tenía muchas novias, hoy tengo una, mañana otra» que interpreta el popular Bad Bunny. La canción se llama «Tití me preguntó». En este sentido, la modernidad ayudó a identificar en la definicón de sexo y género una articulación en la forma en que los significados socioculturles de lo masculino y lo femenino se relacionan. «Lo masculino como el espacio de la aventura y el descubrimiento, el espacio del poder que construye los proyectos de civilización. Lo femenino, al contrario, era el espacio cerrado de lo privado, del trabajo doméstico no remunerado y sin contraro, el espacio de la reproducción de la mano de la obra y de las especie» (Millington, 2007, pp. 35).
También destaco que en esta área geográfica es muy habitual la ganadería extensiva, y gracias a los diálogos que sostuve con Daniel, uno de los residentes de El Boga, se identifica que son especialmente los hombres los que tienen vacas. Las vacas son consideradas como dinero en efectivo, tanto para el campesino de a pie como para el terrateniente. Aunque el comercio de ganado no es necesariamente para la industria de la carne, se identifica que también tiene ese uso en el mercado interno y para ser exportada, especialmente exportada al medio oriente, cotizándose a muy buen precio.










Las dos últimas fotos muestra los «bañistas», tema recurrente de la historia del arte. Es un espacio muy lúdico de los hombres jóvenes donde el escenario del río y la desnudez se hace visible. Algunos de sus chistes o bromas tienen que ver con sus corporalidades y de las mujeres que tienen por «conquistar». Para ellos, la aventura de retar corrientes contaminadas del Magdalena se vuelve parte del disfrute de su juventud. Son de clases populares, que pueden ser vistos con cierto escrúpulo por las élites del pueblo, o como folclor local por parte de los turistas, que en ocasiones les dán propina o les toman fotos a sus piruetas acuáticas.
A la luz de la Sociedad del Espectáculo de Debord, existe una dimensión de «la actuación pública en el machismo: los machos tienen que ser vistos por los otros como autoritarios y agresivos – el machismo no es nada si no hay espectáculo-…el machismo… es una manera de estructurar el poder entre los hombres. Como beber, jugar, arriesgarse, imponer la opinión de uno y pelear, la conquista de las mujeres es una proeza que se dirigie a dos audiencias: primero, a otros hombres, ante quienes se debe probar constantemente la masculinidad y virilidada; segundo a si mismo, a quienes hay que demostrarle todos los signos de la virilidad. El machismo, por tanto, es cuestión de estar afirmando constantemente las masculinidad de uno mismo al hacer cosas que muestren que el yo es «activo» y no pasivo» (citado en Chan,p.16).
En el legendario Colegio Pinillos, declarada como la primer universidad del país y que hoy es colegio público, encontré muchas paredes rayadas. Me llamó la atención este mensaje, donde señala una forma de minorización que tiene que ver con el acto del mirar, con la orientación sexual, con la feminidad y con la forma despectiva de tratar a una mujer que tiene libertad de su propio cuerpo cuerpo. Es una de las escuelas para la masculinidad tóxica y frágil, con pocos espacios de socialización formal.







Hay muchos otros temas que pudieron ser objeto de investigación y que se pueden articular a esta perspectiva de análisis. Algunos de ellos son:
- La práctica de la joyería de plata, a través de la técnica de la filigrana. Industria dedicada casi exclusivamente hacia las mujeres.
- La historia asociada a los personajes del pueblo, incluyendo creaciones culturales como la música, la gastronomía, la marqueza, la esposa de Gabo, los videos de Carlos Vives en el pueblo, las películas que se han grabado, la herencia literaria, la tradición oral, la narrativa vallenata, etc.
- Los mitos y las leyendas asociadas a la másculinidad o feminidad, por ejemplo el mohan que se llevaba a las mujeres y que terminaban siendo la excusa para no tener que hablar de las mujeres que se embarazaban de manera no legítima y que tenían que exhiliarse mientras tenían al hijo.
- El papel de la violencia estructural, asociada a la presencia de grupos armados, a los grupos políticos de ultraderecha, las mafias, las muertes asociadas al problema de la tenencia de las tierras, los procesos de desplazamiento forzado, entre otros.
- Los «negocios fantasmas», que sirven de lavadero de dinero.
- El impacto de las megaobras que permitieron conectar la Isla grande donde está Mompox con el resto del país.
- El papel de las familias originarias con mucho poder económico o de apellidos.
- El impacto cada vez más creciente de un turismo local e internacional, en la búsqueda de la villa colonial perdida en el mapa, como una extensión de la ciudad antigua de Cartagena.
Taller de fotografía y de masculinidades
Tuve la oportunidad de realizar dos talleres. El primero se llamó taller de fotografía con celular. La convocatoria se hizo a través de redes sociales y de los grupos de whatsapp. En el taller participaron 12 personas, especialmente mujeres. El taller giró en torno al lenguaje de la fotografía, y la técnica en el uso de las herramientas del celular y la app Snapseed. La evaluación del taller fue muy positiva.








El segundo taller lo dicté en la Institución Educativa Departamental del corregimiento del Horno, ubicado al otro lado del río, territorio del departamento de Magdalena. Para llegar al colegio una de las docentes me recogió en su moto, pasamos el río en una «jonson» con moto y todo, y tomamos una ruta veredal que estaba muy afectada por el invierno. En el trayecto nos caimos en la moto sin mayores consecuencias.
Mi llegada al colegio fue una sensación. Era la primer vez que veían a una persona con traqueostomía, que para hablar tiene que undirse el filtro que tiene en la garganta. Era como ver un cyborg en persona. Tuve la oportunidad de hacer el taller con 23 estudiantes del grupo 11. Lo llamé «taller Masculinidades y de fotografía». En el taller abordé definiciones de sexo-Sexualidad-orientación sexual-género, partiendo de los imaginarios de los chicos en la vida cotidiana. Después de un ejercicio de hipertextualidad nos acercamos al lenguaje y la técnica de fotografía con celular. La experiencia fué muy bien valorada, después de reconocer que en el colegio no habían recibido una charla sobre estos temas, en un contexto donde los chicos tienen hijos a muy temprana edad.






Rerportaje a algunos hombres.in-visibles del pueblo
En la residencia tuve la oportunidad de acercarme a la vida de hombres, que me permitieron escuchar algunos de sus relatos y hacerles fotos. Al final de la residencia imprimí una de las fotos que le tomé, y las regalé a algunos de elles.
«Cada cuerpo es una construcción discursiva, en una representación, cambiante territorio donde se asienta lo humano…lo paradógico es que el cuerpo es el gran ausente de la historia...» nos recuerda Jaime Borja en su curaduría Habeas Corpus. También nos dice que lo que hoy llamamos como corporalmente «normal», es el resultado de los procesos de diálogo en los últimos siglos entre el cuerpo moderno y el medieval, entre el cuerpo barroco y el contemporáneo.
Por lo general en nuestro país, las personas que muestran comportamientos diferentes a los de la masculinidad hegemónica sufren de un señalamiento, en muchos casos siendo excluídos, ridiculizados, violentados, sexualizados o estigmatizados, como un típico ejercicio colonial de construcción del «otro». Este es un orden jerárquico que pone a lo femenino o a lo feminizado en un lugar secundario, dando un lugar de infantilización, y minorización.
Uno de los relatos que encontré en ese proceso de segregación por su expresión de género y de orientación sexual fué el de Mamá Chicho, una de las chicas trans más tradicionales del pueblo. Ella ha sido objeto de varias violencias físicas y simbólicas. Tiene en sus recuerdos las grandes luchas que ha tenido como un hombre en tránsito y las batallas que ha compartido con muchos de sus cercanos. Hoy por hoy, vive con su mamá, con dos gatas, y atiende su peluquería.
Se considera como una líder de la comunidad diversa de Mompox, pues ha ayudado a muchas personas a reconocerse desde su diversidad, siendo ella misma un referente, o activando encuentros, marchas, fortaleciendo amistades y haciendo defender los intereses de la comunidad ante las autoridades locales. Anualmente organiza un reinado trans, que goza de gran popularidad.
No es tan descabellado comparar los reinados de belleza de las mujeres y de las mujeres trans con las ferias de ganadería, a donde los hombres machos van en camioneta enormes con vidrios polarizados a comprar las mejores carnes. Cosas que se saben y se naturalizan.


Otra de las personas que es reconocida como un personaje popular de Mompox es Mirella. Me la encontré en varias oportunidades en «La Albarrada», como se llama el gran malecón de Mompox que bordea el Río por las grandes casas coloniales. La albarrada fué la calle por donde caminaron Mutis, Von Humbolt, Pablo Morillo, Bolívar, García Márquez, y hoy sus casas son propiedad de familias de clase alta de este país, y de personajes como Besudo, de un expresidente. Esta fué la calle que sirvió de fuerte contra los aguerridos indígenas chimilas, que nunca se dejaron doblegar y también escenario de crueles procesos de adoctrinamiento religioso, el contrabando guajiro y chocoano de la colonia.
Para muchos Mirella es una chica trans indigente y loca. Es una persona muy alegre y conversadora. Pregunta permanentemente si ella es bonita o no. Percibí que se siente como una persona no querida y despreciada. Recuerda cómo en su infancia una profesora la vistió de mujer y desde ese momento ella empezó a usar ropas más femeninas. De alguna manera Mirella podría ser el símbolo de lo que todo hombre Momposino no quisiera ser, una «loca», indigente, diversa en su expresión de género, que no tiene ningún pudor al mostrar lo que es.
Mirella habita la periferia de una sociedad que que ve como repugnante. Es solo vista en la distancia como alguien que puede contagiar, como u efecto de pegajosidad que se debe evitar. «La pegajosidad se vuelve repugnante solo cuando la superficie de la piel está en juego, de modo que lo pegajoso amanada con quedársenos pegado» (Ahamed Sara, 2004, p. 144).
Mirella misma puede representar al mismo río Magdalena, que es tratado por todo el país de una manera despreciable, que como organismo vivo puede sentirse «indigente».




Conocí a José Carlos. Un chico de 27 años. Es hijo de una familia de artesanos talladores de madera. Al parecer cuando era bebé sufrió un accidente en una moto que le afectó su capacidad de escucha, lo que le afectó posteriormente su posibilidad de habla. Junto con su mamá se inventaron un lenguaje de señas que le permite comunicarse, dado que en los colegios no hay profesores capacitados para enseñarles la lengua de señas colombiana. Me interesó su historia por su condición física que le ha impedido tener una vida «normal» en una especie de capacitismo que lo segregó a su taller. José Carlos es víctima de una forma de de discriminación, al no tener las posibilidades funcionales de los demás cuerpos.


También conocí a Germán, un joven que a sus 27 años ya tiene 2 hijas. Para sobrevivir tiene una peluquería para hombres que es callejera. Me interesaba su historia porque trabaja afectando los cuerpos de los hombres jóvenes, poniéndoles una de las típicas marcas de la masculinidad hegemónica desde la apariencia del corte de pelo. Por lo general hace cortes muy cortos, estilo militar, por los que cobra $6.000.


Ellos son venezolanos. Han caminado ya por varias ciudades. No soportaron el frío de Bogotá. Volvieron a Mompox, que les da la posibilidad de conseguir trabajo no calificado. Apoyan a los areneros del pueblo.

Conocí a Don Eliseo, el arenero que canta mientras recoge la arena del río todos los días desde las 4 de la mañana. En medio de los amaneceres, se escucha el río pasar y sus cantos, muchos de ellos compuestos por él mismo. Lo llaman el ayayay, como una forma de señalar su extraño gusto por expresarse a través del canto, la comedia y la pintura. Por la construcción del parque del jazz en medio de la gentrificación de este municipio, don Eliseo y los demás areneros temen ser desplazados por la administración municipal. Un juglar de la costa norte que canta, compone, hace reir y ahora corre el peligro de ser tapado por el río de turistas que llegan para encontrarse el imaginario de un pueblo colonial atrapado en tiempo.
Otra de las dimensiones del machismo que no ve a los hombres como hipermasculinos y agresivos, ni como irrespetuosos o denigrantes de las mujeres, es el que ve a «los machos que se adhieren a un código ético que pone énfasis en la humilidad, el honor, el respeto a sí mismos, y a los demás, y el valor…ser afectusoso, cálido, simpático, tierno, emocional y sensible son rasgos mucho más aceptables entre los hombres latinos que entre los hombres anglos en los Estados Unidos» (Millington, 2007). Don Eliseo, el arenero que canta es muestra de otro tipo de masculinidad, que contrasta con el modelo hegemónico de la masculinidad.


Los cuerpos masculinos y el río
Poco a poco he ido esbozando temas de reflexión sobre el papel de las expresiones y los procesos de masculinización, las búsquedas estéticas de las disidencias sexuales y de género, todo esto visto a la luz de los impactos generados en los entornos ambientales en Colombia. Veo a los ríos Magdalena y el Cauca como rutas por donde se han construido los imaginarios de masculinidad.
Una de las razones de escoger a Mompox para hacer una residencia es que me resulta significativo que hubiera sido uno de los puertos más importantes sobre el Río Magdalena, por donde terminan pasando las aguas que yo contamino en el río Pance en Cali, 700 kilómetros antes.
Soy cada vez más conciente de que pertenezco a la macrocuenca del Caribe: las contaminadas aguas de Cali terminan en el océano Atlántico a través del Río Cauca y Magdalena.

Con el proyecto de Hombres.in_visibles busco usar la fotografía como dispositivo mediador para reconocer los valores profundamente arraigados en la cultura caribe, para ser leídos de manera crítica desde enfoques feministas, a la luz de relaciones interseccionales de edad, la raza, el género, la identidad sexual.



El trabajo de fotografía que propongo a partir del desnudo masculino y su relación con el entorno natural del río Magdalena, es una propuesta que puede transgredir un poco esos imaginarios de los cuerpos masculinos ocultos, y normalizados. Cuerpos que deben cumplir con normas y comportamientos, y que si no se cumplen tienen una sanción social. No se trata de crear un espacio de feminización de los cuerpos masculinos, sino poner en evidencia las performatividades heredadas en la matriz cultural.





Leí el río como un escenario propicio para los procesos de masculinización. El río termina siendo la cloaca, el motel, el basurero, a donde se tiran las inmundicias o donde se ocultan las prácticas innombrables. Los cuerpos másculinos los identifico como los más activos en ese entorno, que a veces suele ser exigente físicamente. El control de las embarcaciones, y las prácticas sexuales ocultas, la intervención del paisaje, pareciera que fueran dominadas por los hombres. Es un espacio de encuentro y de compliciad masculina.
Homoerotismo de los hombres.in-visibles
Para el desarrollo del proyecto de exploración homoerótica de los cuerpos masculinos de Mompox realicé una convocatoria a través de redes sociales, además de hacer invitaciones puntuales a quienes iba conociendo en la deriva que hacía en la calles. El argumento de esta búsqueda era la búsqueda de un erotismo como la latencia de los cuerpos. En terminos de filósofo Byung Chul Han*, el interés por el erotismo es un lugar político de resistencia frente a una cultura porno de lo explícito, es la búsqueda de una negatividad, de un ocultamiento, que intente ser la metáfora de la vida cotidiana de los pueblos, que ocultan la diversidad y la riqueza de la sensualidad y la sexualidad.
El «ocultamiento» de los cuerpos se pueden entender como herencias de lo medieval que privilegió el alma sobre el cuerpo y lo burgués puritano del siglo XIX, donde predominó la vergüenza, los escrúpulos, y tendió a su encerramiento, a su higienización, a la privatización, y al control. Borja nos recuerda que en la visual barroca la noción de la desnudez no tenía sentido en el desnudo por si mismo sino en lo que reflejaba del cuerpo como materia o carne, de tal forma que el cristo desnudo lacerado elevaban el ideal de un cuerpo espiritualizado. En el concilio de Trento el cuerpo del resusitado es reemplazado por el Cristo vestido de gloria.
Las convocatorias que realicé generaron incredulidad, muchas dudas, miedo y por lo general una negatividad. No se entendía muy bien el sentido de presentar cuerpos desnudos de hombres, más teniendo el escandaloso antecedente del empresario Juan Manuel, quien hizo unas fotos con intensión erótica en las calles del pueblo. Fue duramente «sancionado» por la sociedad después de haberlas publicado en sus redes sociales. Todavía se escuchan comentarios de ese suceso del 2017. Estas son algunas de las fotos de ese ejercicio.



El actual Código de Policía prohíbe los desnudos en calles que son patrimonio histórico. Esta fue una de las razones por las que desistí hacer fotos en las calles del pueblo.
Poco a poco fueron llegando los hombres que por varias razones aceptaron participar. Algunos de ellos porque han vivido en ciudades grandes, otros porque no han tenido casi contacto con la comunidad local y por eso no son tan reconocidos en el pueblo, etc. En total fueron 10 sesiones de fotografía en diferentes escenarios. Estos son algunos de los resultados.





«Mi papá murió cuando yo tenía dos años. Luego mi mamá se casó con un tipo que era muy regañón. Una vez cuando era niño me dijo que si le seguía peinando el pelo a la mamá me iba a poner una peluquería». Testimonio de uno de los chicos que participó.
Existe un miedo latente en muchas culturas del mundo, y es el miedo a lo diferente, sobretodo a aquello que pueda atentar con los valores de la heterosexualidad obligatoria, como una manera de defender la familia heteronormada, como garantía para la reproducción del capital. La heterosexualidad organiza un guión que incluye actos «correctivos» y de vigilancia para la defensa de una «civilización» que defienda los actos naturales. Quien desobedezca el mandato heteronormativo lo hace desde la vergüenza o desde el orgullo. Esos actos cotidianos de exigencia heterosexual generan muchas heridas, dolor y exclusión, que socialmente no se reconocen y que los hombres viven en silencio.

«A mi me criaron mis abuelos, y siempre me comporté como ellos quisieron. Ahora que ya no están, me comporto como un hombre y no doy espectáculos por mi sexualidad, todo gracias a mis abuelos». El comportarse como un hombre es una forma de conciencia sobre el tipo de performatividad que se exige desde la masculinidad hegemónica, que requiere de la mayor atención si se quiere ser tomado en serio.
Una de las herencias del siglo XVI y XVI fueron todas las teatralizaciones que se le asignaron a los cuerpos a partir de los manuales de urbanidad moralizados, las retóricas y los tratados de fisiognomía y la quironomía -arte de leer los actos del cuerpo y las posiciones de las manos respectivamente-. Cuidar la imagen del cuerpo tanto en el corte de pelo, uso de ropa, movimientos y sitios por donde se circula, se vuelve una exigencia para los hombres que se quieren inscribir en una forma particular de identidad.


«Tento 22 años y tengo dos trabajos. Tengo una novia que me ha ayudado un montón, pero me considero diverso. He tenido experiencias con hombres. Todo empezó cuando un profesor me invitó a su casa. No sé si es la naturaleza o qué. A mi edad he vivido muchas cosas. Acá es muy común la bisexualidad». En su relato, el chico dice «no me siento ni de aquí ni de allá» y en medio del humor costeño se refiere a que a un lado del río es el departamento de Bolívar y al otro es el departamento del Magdalena, y que se siente de ambos lados.

«Trato de que nadie del pueblo sepa que yo soy homosexual. No quiero que me vean como una loquita que se enamora de cualquier persona. Me siento diferente», comentario que refleja una especie de endodiscriminación, que refuerza los estereotipos del deber ser de un hombre bajo la idea de la masculinidad hegemónica. Refleja una especie de miedo que se expresa con la distancia de esas personas a las que se le ha fijado una identidad, la del homosexual afeminado, chismoso, sexualizado, frágil y sensible. «El miedo involucra el encogimiento del cuerpo…de esta manera las emociones funcionan para alinear el espacio corporal con el espacio social…el miedo funciona para restrigir a ciertos cuerpos a través del movimiento o expansión de otros» (Ahmed, Sara. 2004. p. 107).
Se percibe de esta manera una economía de los afectos. El imaginario de que «los otros» me pueden comer, simbólica o sexualmente hablando, refiere al imaginario del canival, que tiene su origen etimológico en la palabra «Caribe». «El miedo funciona constituyendo a los otros como temibles en tanto amanazan con absorber al yo» (Ahmed, Sara. 2004. p. 107). Es prioritario entonces alejarse de quien representa un peligro. Un miedo similar al que produce efectos de violencia hacia las personas trans, a las mujeres, quienes se consideren sexualmente diversos, a lo diferente. Se sugiere que la endodiscriminación o «la homofobia desempeña un papel crucial en la definición de los límites de lo permisible» (Sedgwick.1985, pp.88-89 citado por Millington, 2007, pp.42).

«No es tan frecuente que los hombres se pinten las uñas, a veces lo hacen pero solo de negro. Son muy cuidadosos de su imagen personal» comenta una de las manicuristas del pueblo.

«En Mompox es frecuente encontrar señores que ante la sociedad tienen su señora con la que tiene lo hijos, consiguen a una amante para que lo vean como un macho heterosexual conquistador, pero todo el mundo también sabe que tienen a su mozo, con el que tienen sexo». Testimonio de una mujer que se ríe de las contradicciones de los hombres de su pueblo.





Hacer fotografía de cuerpos masculinos desnudos es una manera de volver al origen, es retornar a la imagen desligada de los esteretipos, las supuestas seguridades de los roles de género que se les ha asignado. Es una manera de mostar cuerpos frágiles, sensuales, emocionales, débiles. Es devolverle al cuerpo un lugar político, donde se expresa la resistencia a los modelos de la masculinidad tóxica.

«Usted acá puede ser homosexual sin problema, puede ser muy serio, vestirse «bien» y no dar a la burla. Pero si haces escándalos o das para que la gente se burle de tí, te vuelves un marica» otro comentario de una mujer momposina.

«Vivo en un pueblo racista y clasista. Al ser negro y homosexual tengo doble nivel de exclusión. Debo ser muy masculino en la calle, y no hacer pública mi vida sexual». Comentario de uno de los participantes que refleja la reflexión sobre la interseccionalidad propuesto por algunos feminismos, que invita a hacer lecturas complejas de los cuerpos desde los cruces en los procesos de racialización, su sexo, su orientación sexual, la clase social, la ubicación geográfica, su formación académica, su funcionalidad corporal, entre otros.




El papel de la religiosidad folclorizada, deja ver prácticas medievales, influenciados por la cultura española, especialmente de Sevilla. Las prácticas religiosas fortalecen un imaginario colonial donde se busca un cuerpo espiritualizado que permitiera enaltecer el alma sobre el cuerpo, que debe ser controlado . En las famosas procesiones de semana santa, el papel de la mujer es muy importante. Pareciera que fueran los hombres los causantes del dolor que viven las mujeres que están en un duelo permanente.
Jaime Borja nos recuerda en su curaduría «Habeas corpus» como la erótica del cuerpo-Dios es una mística heradada del siglo XII al XVII. El cuerpo adquiere una dimensión espiritual y el alma una dimensión corporal. «…En el dicruso barroco el cuerpo se convirtió en un instrumento de perfección del alma…La espiritualización del cuerpo no implicaba necesariemente una dicotomía sino el ejercicio de una serie de prácticas como la enfermedad, la mortificación o el dolor que permitían que este se relacionara teatralmente con el escenario donde estaba ubicado» (Borja 2010).

«El cuerpo es también una prisión del alma. Allí purga una pena cuya naturaleza no es fácil de discernir, pero que fué muy grave. Por eso el cuerpo es tan pesado y tan penoso para el alma. Necesita digerir, dormir, exretar, sudar, ensucierse, lastimarse, caer enfermo» (Borja 2010 p. 65) .

«La realidad de los cuerpos está ahí para ser contemplada en una verdadera locura de ver. Desde el Barroco hasta nuestros días de la sociedad del espectáculo asistimos al triunfo incontestable de la imagen y al protagonismo del cuerpo con su tremendo poder de seducción de masas. Esta relación insaciable entre ver y mostar nos ubica de lleno en los mundos de la escena y de la puesta en escena» (Jean Luc Nancy, 2010).



Por otra parte, las redes sociales se vuelven uno de los escenarios de socialización para conocer gente diversa en el pueblo, especialmente por la llegada de muchos extranjeros donde se identifica un gran porcentaje de población homosexual.

Uno de los chicos que participó como voluntario cambió la foto de su perfil en Grindr, una de las aplicaciones para conocer hombres. El resultado fué que se aumentaron notoriamente las visualizaciones y los llamados. Sería algo obvio afirmar que en una cultura ocularcentrada, la imagen con la que se presentan ante los demás se vuelve un argumento muy importante o para hacerse visible o para invisibilizarse, para hacerse respetar o para presentarse como alguien fácil y necesitado de sexo.

Una de las intervenciones que hice fue pegar algunos stikers de hombres desnudos realizados a partir de mi trabajo de fotografía en algunos sitios del pueblo y en la parte de atrás de algunos celulares. Esta intervención le permitió a algunas personas hacerse la pregunta sobre cuales serían los retos sobre la reflexión de la masculinidad en la región.
Serán necesarias muchas intervenciones en instituciones educativas, en algunos espacios comunitarios de cultura y/o de salud pública, donde se puedan presentar las grandes preguntas sobre las heridas silenciosas de lo que significa ser hombre, cuales son las batallas en el proceso de consolidación de una sexualidad o de un género en particular, sobre cuales son los arrepentimientos en todos los procesos dolorosos por la falta de aceptación de nuestra diversidad, cuál es el papel de la mujer para superar el rumor y el juicio que señala lo extraño, y sobretodo para enfrentar la masculinidad tóxica que las oprime, entre otros. Y en especial, cuál debería ser el papel de las iglesias para humanizar, y predicar desde el amor a la diferencia y no desde el odio, la culpa y el miedo.



Al terminar esta residencia me siento privilegiado. Explorar el papel de los hombres.in_visibles en un entorno social-ambiental de estas características le da a mi trabajo un lugar especial. Desde una lectura crítica de las estructuras sociales que invisibilizan los procesos de masculinización, y que generan exclusión tuve la oportunidad de hacer cruces interseccionales donde la raza, el género, la capacidad funcional, la identidad sexual y las formas de capitalismo, influyen para las prácticas culturales. Pero sobre todo, cómo estas prácticas afectan o se ven afectadas por el río, uno de los escenarios más representativos de la colombianidad.
Hoy Mompox es un municipio que está cambiando. Los procesos de gentrificación y de construcción de nuestas infraestructuras, la vuelven a poner en el mapa de las localidades deseadas por turistas y migrantes internos y externos. Todos este cambio está teniendo un gran impacto en las formas tradicionales de una colonialidad que se ve enfrentada a los rasgos de la postmodernidad y por supuesto a nuevas formas públicas de masculinidades unas visibles, y otras invisibilizadas.
De la residencia queda este reporte en página web, un perfil en instagram (@hombres.in_visibles), y queda pendiente las posibles circulaciones de las imágenes en el proyecto Pitch, además de todos los proyectos de educación sexual y de género que pueda apoyar.
Gracias a la Casa Taller El Boga, a todo su equipo humano, al Ministerio de Cultura por permitir pensar mi proyecto desde nuevos horizontes, y a los voluntarios que participaron de esta propuesta y que creyeron en el potencial de poderse ver de nuevo para desnaturalizar las prácticas que por años ha producido tanto dolor en los hombres.in_visibles.

Proyecto Realizado por Ricardo Caicedo Cardona.
* «El neoliberalismo, con sus desinhibidos impulsos narcisistas del yo y del rendimiento, es el infierno de lo igual, una sociedad de la depresión y del cansancio compuesta por sujetos aislados». Byun-Chul Han. La Agonía del Eros. Pensamiento Herder.
- Banco de la República. Habeas Corpus. Bogotá, 2010.
- Ahmed Sara. La política Cultural de las Emociones. Universidad Autónoma de México. Cd. Ms. 2004.
- Byung-Chul Han. Agonie des Eros. Editorial Herder. España 2019.
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